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Mostrando las entradas de enero, 2021

La tristeza del diablo

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Estaba el diablo así de pintoresco como lo pintan,  en chancletas, mirando al horizonte con las manos en la quijada y los codos sobre el balcón, hallábase finalmente compadecido, tanto, que decidió tomar todo el oro.  Viendo a los habitantes de alguna época de aquella esfera mundana. Viendo como la codicia arrasaba con todo, con el afán de acaparar el deslumbrante metal.  Quizá le entretenía tanto el desbocado mundo, y encariñado con su juguete favorito temía perderlo. Este era su mundo, su reino, ¿y qué es un rey sin un reino sino un triste personaje?, o quizá en su podrida y oscura alma, una pavesa encendida de bondad hizo el viaje hasta su inflamable temperamento y consiguió que ardiera el fuego de la compasión. Y así al ver a su mascota favorita, el humano, jugando al poderoso, atentando contra su propia existencia, tomó una resolución.  Resolvió entonces tomar el oro, cuanto pudo encontrar, derritió todo y con un despliegue de poder sobrenatural, levantó la superficie de la tierra

El ronrón suicida

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Un día más es siempre un día menos,  ciegamente caminamos hacia caminos temidos, constantemente jugueteando con la vida y la muerte, despreciando a una y temiendo a las dos, pensó el ronrón, luego sorbió.  -Hubo una vez un ronrón insensato, cuyos hábitos suicidas le arrastraban hacia la tumba de manera prematura. Su corazón  amenizaba como bombo de banda su paso vacilante, mientras él, con su cuerpo adormecido y sus alas atrofiadas luchaba por conservar el equilibrio.  Al prieto ronrón Le gustaba lamer veneno, de a poquito, para morir lentamente, le hacía perder la razón, suficiente para alucinar  pero no para expirar de golpe; su muerte era lenta, un masoquismo  pausado, un habito oscuro que le llevaba a la muerte  en una procesión de culpa e insensatez. Adelantada, una carroza le esperaba aunque su cadencia fuera lenta, en medio de un juego macabro de autodestrucción. Arrastrando sus patas adormecidas, rallando el piso, lento y zigzagueante, su mover, era un arañar quedito, un ruido