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La bola anti bullying

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[Un cuento sobre como lidiar con el acoso escolar] Cuando el más grande de los estudiantes grandes alcanzó sexto grado, habría de ser despojado de su tiranía. El timbre gritó el inicio de la jornada y un tropel de niños inundó los pasillos. Toro pasó frente al grupo de estudiantes que aguardaba a que los salones fueran abiertos. El pasillo estaba lleno de sonrisas, semblantes de resignación, peinados brillantes, bolsones nuevos y bolsones remendados, libros en las manos, zapatos nuevos y zapatos raspados, pantalones grises nuevos y pantalones grises gastados, voces, miradas de amistad y miradas curiosas. Finalmente Toro llegó al inicio de la fila y todos se empujaron en secuencia como piezas alineadas de dominó un espacio hacia atrás, ahora el primero de la cola era  Toro. La maestra alcanzó la puerta a las ocho con dos minutos, saludando y recibiendo una ola de buenosdías en respuesta. Justo después de ver a la maestra entrar al salón de clases, Toro dio un pisotón haci

Core25 el origen... - Bullying

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La nota en la botella

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      La ruptura de la botella la noche anterior, dejaba su plan a merced de la marea. Decidió entonces, hacer de la nota un barco de papel. Con la esperanza parada a su lado, deseaba que el vaivén del océano se llevase su nota y le diese a cambio el camino de regreso a la civilización. Sobre la piedra que eligió como muelle, lo vio perderse de vista entre las aguas, que se mecían con las olas coronadas por burbujas de espuma salada. En soledad, marcaba en las paredes de la cueva, los días que pasaban desde que vio su nota navegar hasta confundirse con los matices del acuático horizonte. Marcelo abrió el sobre que trajo del local del artesano y extrajo la botella de vidrio soplado en donde hábilmente, don Artemio le colocó el curioso barquillo de papel, que encontró entre las redes de sardina al recogerlas de las jaspeadas hebras del mar. En la plegada cubierta de la nave de papel, se mostraba una mancha negruzca, que había hallado tope en el borde de la proa. Se

Miedo

Escupió en el piso porque el paladar le picaba al fumar, levantó su taza de café. Y mientras él tragaba yo escuchaba el recorrido del líquido garganta abajo... -nacemos muertos -dijo-, solo vivimos por lapsos esporádicos, en los que somos dichosos, felices y plenos. En los ratos que simplemente existimos la muerte no puede poner sus garras sobre nosotros, necesitas estar vivo para morir. Y cuando más vivo estas, es cuando la muerte te llega más cerca. Me resultaba entretenido su dialogar y algo de credulidad se resbalaba de entre mis dudas y prestaba atención a sus palabras. Me dijo además que nuestro miedo infundado a la muerte es absurdo y causa solamente dolor a nuestro ser, y que leyó en un libro una frase en la que cree: " Que el sufrimiento nace del mismo miedo a sufrir". Valdría más simplemente ir con la vida y asumir la escena que se nos plantea día a día... Recordé algo que un día mi profesor de Historia nos refirió a manera de refrán: "No quieras