Desde aquí

-Hace mucho que vivo aquí. 
Desde aquí se ve la casa del alcalde, desde aquí se ve la casa de mi jefe y la del jefe de mi jefe. 
Desde aquí, se ve la pista de aterrizaje donde aterriza el dueño de la plantación. El casi no viene por acá. Para eso está mi jefe y el jefe de mi jefe. 
Que bonita se ven las telas de la plantación desde el cerro. Así las sueño yo, así se ven en mis fantasías cuando duermo. Sueño que son mías, sueño que las tierras no cuestan tanto como para no comprarlas, como para que no las sueñe.
Allí viene pedrito, pobrecito, esta flaquito y panzón, ayer me dijo que quiere ir a la escuela, que Julito el hijo de la Nía Fidelina ya va, y que le dan atol, y que le enseñan a contar, y que le enseñan los colores. ¿Pa' que quiere Pedrito contar?, cuando sepa contar va saber que los quetzales que gana su padre son muy pocos, ¿y los colores pa' que?. Si ya le enseñé los colores del cerro, de las telas de la plantación, del tomate, del cielo y las nubes... 
¡Ya ni alcanza el pisto, ya ni alcanzan los frijoles!. Si se va a la escuela, ¡menos va alcanzar!. Pero el atol... tal vez lo mande el año que entra. Tal vez.
Ya se va pedrito corriendo a ese perrito huesudo, pulgoso, ese chuchito que le hace de juguete. Que flaco esta Pedrito. 
Que bonita se ve la plantación, sueño que es mía, sueño que es de Pedrito. Ya cae la noche, ya se enciman las sombras, voy a juntar el fuego, y encender el candil, café y tortilla pa' cenar. 
Allí viene la Remigia con los chiriviscos que juntó allá por el tunal, que bonita se ve la plantación, y el pueblo, y la iglesia. Ya repican, ¿habrá misa o qué?. Ya entro la noche. Y mañana, la pizca de tomate, a ver si dormimos hoy, la Panchita anda enfermita, llora, y se queja. Allá abajo vive el doctor, a ver cuándo la llevamos pa que se alivie-.

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