El agua es lo de menos


En el pueblo escuché a varios vecinos hablando; fui como otras veces por un fresco de tamarindo, sombra de buganvilia y un poquito de agitar urbano, fui también a sentarme al parque a ver el tráfico y recordar como todo era antes, a pensar como ahora somos tantos y nos conocemos pocos. Ya muchos se dieron cuenta de lo de la sequía, conocen el problema, las causas y a los causantes. Pero como no se puede andar por allí lanzando voces discordes; todos sabiendo, hacen como que no saben, como que no pasa nada. Porque la gente esa, la causante, se irrita al escuchar críticas de “fulanos que no saben nada del progreso y de atrasados” que no saben que, el avance demanda un precio, que, según ellos, como ciudadanos debemos estar dispuestos a costear. Seguro pensarán: ¿Qué saben esos incultos, qué saben los de pueblo de manejes tan de élite difíciles de adivinar?
Escuché que algunos curiosos subieron a las montañas para averiguar por qué la lluvia se está demorando, y encontraron los cerros pelones, con apenas árboles en las crestas de la sierra y alrededor de los poblados, escondiendo a simple vista los trechos desolados sobre las faldas montañosas; vieron muchos lienzos como remiendos de camisa de pobre, de aquellos pobres de antes que zurcían la ropa; tantos lienzos, de colores similares y distintos, que dan sombra y humedad a las plantaciones cuyos frutos viajan en barco al Norte, al Este y al Oeste. Se encontraron con que el agua, poca por la deforestación, se la chupan los inmensos lienzos de plantaciones a lo largo y ancho; No alcanza el agua porque está comprometida.
¡Pero que necios parecen, diciendo cosas de atrasados! -alegó uno del grupo de los que discutían-, el progreso es primero, no importa quien se gasta el agua si es por el progreso, y andar diciendo cosas de esas, además espanta la inversión, fomenta el desempleo. Es mejor no decirlas, es mejor apretar el cogote cuando da sed, o pagar por el agua que traen en garrafones. A nadie le importa si el agua la acapara la agroindustria, si no alcanza, si nos bañamos de vez en cuando. Pero no hay que andar por allí diciendo cosas de esas; hay que aprender de los que tratan el agua y la comprometen por nosotros, para que haya empleo y prosperidad… el progreso es primero, el agua, eso es lo de menos.


Chenier Oliva

 © 2019

Entradas más populares de este blog

Una fosa y un espanto.

El hedor confunde a las aves.

La muerte emplumada