El camino al progreso


Todos estaban fascinados, se asomaban a la orilla cuando les era posible, quería cada uno, ser testigo de la construcción de lo que según los discursos, era el camino por el cual llegaría el progreso. Se invirtió una suma enorme, se pospuso construir una escuela, se sacrificó de momento el centro de salud y los trabajos de drenaje que la gente reclamaba hacía tiempo. Flavio el sastre, Zoila la costurera, Mario el agricultor y mucha gente más vino queriendo ser parte del acontecimiento. Cuando jóvenes, sus papás les habían contado que un día llegaría,  también lo habían escuchado en la radio.
En septiembre se inauguró, con bombos, platillos, cohetes de vara y una multitud que no cabía de contenta. El año siguiente, hubo que arreglarle el desagüe, el siguiente, se adicionaron fortificaciones para evitar derrumbes, el tercer año, se nivelaron varios tramos dañados por las copiosas lluvias y el uso, el cuarto año, se agregó un tramo nuevo. Los comerciantes, movían su mercancía más rápido que antes, se sabían según ellos más competitivos, las ambulancias trasladaban enfermos a la capital sin mucha dificultad. Las líneas de transporte llevaban pasajeros y volvían el mismo día, los que en esos viajes iban, regresaban con los periódicos recientes y mercancías capitalinas, y así; algunos estuvieron felices por razones distintas, pero otros se empezaban a preguntar, cuándo llegaría el progreso.
Luego de dos gobiernos más, los tramos fueron reparados y mantenidos, ampliados y reconstruidos. El centro de salud y las escuelas seguían haciendo falta, la gente sin drenaje aún esperaba su turno. El progreso seguía huidizo, había llegado para pocos, pero los descalzos, para alcanzar la ruta, transitaban por las mismas calles polvosas de antaño.
Dijo el padre en la misa el otro día, que un día llegaría el progreso. ¿Con la carretera padre?, interrumpió un grito desde atrás. Todos le miraron, y luego voltearon a ver al padre. No, dijo el cura, llegará cuando haya oportunidades para todos, cuando tengamos todos un empleo, cuando haya salud, cuando el agua no falte, cuando nuestras familias no pasen hambre. Poco a poco, un día llegará; y luego continuó su sermón, el cual escucharon todos hasta que se dieron la paz, depositaron en los cartuchos de tela las ofrendas y salieron sintiéndose perdonados y santificados. Ya camino a casa, algunos pasaron por la carretera antes de enrumbarse por los senderos de tierra, y mientras pasaban, veían como queriendo adivinar cuándo llegaría el progreso aquel .
El siguiente año, se bachearon un par de tramos, se agregaron bardas, y se pintaron de nuevo las líneas en medio de la carretera, el dinero del pozo de una aldea cercana, se invirtió en un tramo que la conectó a otro poblado; todos aceptaron el sacrificio porque un día el progreso llegaría por aquella carretera, y ese día, todo habría valido la pena.

© 2019, Chenier Oliva

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