La equis bajo sus zapatos

Al finalizar su alegato, armado de retórica legal, encontró sus argumentos y dicción sumamente loables, estaba en el inicio de una buena racha. El camino había sido largo, cientos de horas, marañas de tesis y discursos, artefactos de tinta y papel vehículos de ideas y soliloquios atrapados entre fibras vegetales. 

En su mente, junto a las suyas, estaban las ideas de Aristóteles, Cicerón, Coke, Bentham, Beccaria, Couture, Enterría… y bajo esa tutela académica internacional de muchos textos, generó, durante días soleados o grises y noches repletas de sombras que atestiguaban sus jornadas de estudio,  juicios rutilantes que emanaban a capricho con el rítmo de su elocuencia

Ahora, parado frente al juez, escuchando el ruido de sus zapatos de piel en un mecer casi imperceptible, mientras su inseguridad se asfixiaba con la confirmación del éxito luego de ganar su primer juicio, sonrió, recordó los momentos a solas con aquellos libros que a manos llenas le ofrecieron conocimiento, ellos bajo la directriz cuidadosa de sus catedráticos y con el impulso indómito de su perseverancia y la firmeza de su constancia, trazaron latitud y longitud hasta su destino. Había llegado y encontrado la equis marcada para él, estaba ahora parado sobre ella. Ése era el sitio que delineó años atras, cuando solo soñaba lo que ahora alcanzaba. 




© 2019, Chenier Oliva

Entradas más populares de este blog

Una fosa y un espanto.

El hedor confunde a las aves.

La muerte emplumada