Acelerando

Fue durante un atardecer lluvioso y nublado, que escuché por vez primera hablar sobre los viajeros, que iban por distintas épocas de la existencia.

El relator de aquellas historias, que de momento me parecieron tan fascinantes, era nada más y nada menos que un anciano, el cual se hallaba interno en el hospital donde yo trabajaba como enfermero, un hospital de locos, y, por ello no podía tomar con seriedad tales afirmaciones viniendo de un paciente de aquel lugar. El caso era que: el anciano que por nombre tenia el de Benjamín, relataba aquellas historias con tal seriedad y emoción que daban la impresión de ser reales.


El jefe de los enfermeros, me alejaba de aquel anciano cada vez que se percataba de nuestras charlas, que con el correr del tiempo se habían hecho cada vez más frecuentes. Según el jefe de enfermería, el hecho de profundizar en diálogos con los pacientes podía terminar alejándome de la realidad. Y para ser franco, al principio a mi también me parecieron descabelladas sus, pero mientras más me relacionaba con él, las dudas se iban debilitando.

El relato iniciaba con que se había retrocedido en el tiempo para arreglar ciertas cosas que en el año dos mil setenta y cinco, eran ya imposibles de solucionar. Así pues, se dio lo de viajar por el tiempo hacia el pasado para que con tecnología avanzada y un grupo de científicos de todo el mundo, se tratara de detener el deterioro del globo terráqueo, el cual por muchas décadas de contaminación se había agravado.

El viaje, se llevó a cabo muchos años en el futuro, en varias naves, las cuales bautizaron con el nombre de “Naves de la prolongación', al llegar a su destino, la tripulación de las mismas se encargaría de desarrollar ciertas medidas político ecológicas.
Según él, eso explicaba el origen en el pasado de fundaciones para la protección del medio ambiente, lo cual de momento me pareció, de alguna manera, un tanto lógico.

Tratar de enmendar, seria como aceptar el error en que se había caído con respecto al medio ambiente. Así que la comunidad científica, decidió mantenerlo en secreto; por lo que la mayoría de los participantes en el viaje, fueron traídos a la actualidad, ya que volverlos al futuro seria riesgoso e indiscreto para sus planes y ya aquí se les asignó la categoría de “locos” para evitar tener que dar explicación alguna. Cierto día, me dijo: 

-Creo que de lo que te he dicho muchacho, no me has creído ni una sola palabra, pero te daré algunas pruebas para que creas poco a poco.
-No diga eso -interrumpí. Aunque en el fondo no le creía del todo.
- Aquí te va un ejemplo hijo -, Dijo con una voz un tanto sonora, como de enojo-.

En el pasado ha habido inventos, los cuales, todo el mundo en cierto momento consideró que era algo así como un chispazo de genialidad por parte de los inventores, o en pocas palabras algo totalmente fuera de su época, tal es el caso del cuarto de baño ambiental, en donde no se utiliza ni una sola gota de agua, cuyo invento se le atribuyó a cierto inventor guatemalteco desconocido, pero en realidad fue desarrollado por un grupo de científicos en el futuro.
-No hace falta tanta explicación, le dije con seriedad, a lo que él insistió.
-De todos modos te las daré. La mayoría de personas nunca supieron el verdadero origen del empleo de las estructuras plásticas en los edificios, para contrarrestar la contaminación por los desechos de ese material. Para el mundo la idea surgió de repente por parte de una compañía de construcción, pero en realidad, provenía al igual que muchos otros inventos, del futuro, y tales ideas fueron llevadas allí por los viajeros del tiempo.
Quizá nunca sabrás con exactitud si lo que te digo fue verdad o no. Toda la evidencia de lo que te he contado ha sido destruida, ya que por una falla en el plan, no se logró el objetivo de detener el monstruo de la contaminación, porque los recursos despertaron en algunas personas de la tripulación, cierta codicia de emplear los avances y la información tecnológica para hacer fortuna, de manera que a diferencia de detener el deterioro de nuestro hábitat, se aceleró el proceso aún más.

Se envió otra misión para recuperar los recursos y todo lo proveniente del futuro, y la tripulación fue internada en sitios como este, excepto algunos que lograron escapar, los cuales se encuentran viajando por el tiempo para evitar ser encerrados y correr con la misma suerte que yo, tal es el caso de un amigo mío de nombre Antonio. Ellos suelen aparecer en ciertas ocasiones en nuestra época, y son confundidos con ovnis, extraterrestres, o cosas por el estilo.

Y sucedió entonces, que a pesar de mis dudas y desconfianzas para con las historias del presunto loco, estaba entrando a una situación que se acercaba más a creer que al escepticismo. Aquel personaje, se había convertido de manera apresurada para mi en un ser admirable, con la cual era grato hablar, hecho que atraía la atención de nuestro jefe de enfermería, convirtiéndome a menudo en blanco de reprensiones.
Pero de igual manera, nuestra amistad, seguía su curso, ya que me resultaba  fascinante escuchar día con día, las fabulosas historias. Aun así él siempre me recomendaba:

-Mira muchacho, con lo que te he dicho, deberás tener cuidado de no comentarlo con nadie que no sea de tu entera confianza, si no quieres acabar como yo en un manicomio. A lo que yo le respondía con serenidad -Pierda cuidado, no comentaré lo que usted me ha confesado. Y seguramente no lo haría; pero algo me inquietaba, y era que el viejo, se hallaba ya muy enfermo debido a su avanzada edad, y siempre murmuraba lo mismo: “si pudiera llegar al futuro... Seguramente me aliviarían de todos mis males”.
Se asomaba cada noche a eso delas dos de la madrugada a su ventana, esperando la visita de su amigo Antonio, quien en el momento de su huida en una de las naves de la prolongación, le prometió rastrearlo y rescatarlo acierta hora, pero el tiempo transcurría y parecía que Antonio, nunca aparecería. Un día tentado por la curiosidad, le pregunté:
-Oiga, pregunté ¿Si su amigo decidiera buscarlo, Cómo cree que lo encontraría?, a lo que este respondió de la siguiente manera:
-Rastrearía mi chip…-. Y en ese instante se inclinó sobre su silla, dejándome ver algo que me dejó sin poder decir de momento palabra alguna. En un pequeño sitio sin cabello tras la cabeza, el cual era
imposible de divisar a simple vista, se hallaba incrustado entre su piel lo que con la ayuda de una lupa ,podía confirmarse como lo que él decía era un chip para rastreo. Mis dudas empezaron a explotar una a una y no se me ocurrió preguntar otra cosa que: -Dígame, ¿Cómo es que no han encontrado a su amigo Antonio con la ayuda de los chips?, A lo que contestó un tanto molesto ya que mi incredulidad le irritaba.
-Es imposible rastrearlo estando él en una época distinta, y si viniera aquí, nadie lo detectaría ya que solo lo pueden hacer en el futuro, que ahora esta ya tan cercano. De igual manera debe hacerlo él, para hallarme tendrá que buscarme de año en año y día por día ya que no conoce mi ubicación en el tiempo.

La plática cesó por ese día, pero a mi me preocupaba más el estado de salud del anciano ahora amigo mío. Pero esa noche, algo descomunal sucedió. Afuera, a eso de la una cuarenta y cinco de la madrugada, el perro guardián empezó a ladrar, soplaba una fuerte brisa que levantaba las hojas de los árboles que habían caído con el otoño, y a pesar de que era temporada de viento, algo despertó en mí cierta curiosidad y me asomé a la ventana. A lo lejos pude divisar una figura que salía del hospital por una abertura en la pared, que alguien había hecho con el fin de ayudar en la fuga de un interno, luego me percaté de unas luces; y un zumbido extraño, decidí salir, pero al llegar al patio nada pude hacer, era demasiado tarde. 

 
Un aparato volador ascendió hacia el cielo de manera vertiginosa, y se perdió de vista, en ese momento las historias de Benjamín vinieron a mi mente, amontonándose de golpe, luego, un escalofrío recorrió mi cuerpo como una descarga eléctrica. ¿Había sido Antonio?, No soporté más la curiosidad, corrí de inmediato hacia su habitación, allí no encontré más que una nota sobre su cama que decía: Adiós amigo, nos vemos en el futuro.

En ese momento el demás personal ya se movilizaba, y al darse cuenta de la ausencia fui despedido, ya que el anciano aquel era mi responsabilidad. Al amanecer, abandoné las instalaciones de aquel hospital de locos. Ahora ejerzo otra profesión, en mis ratos libres, me reúno con algunos buscadores de ovnis, no porque crea en ello desde luego, sino con la esperanza de algún día ver pasar a mi amigo viajero del Tiempo. Y por supuesto... no lo comento con nadie.




Glin Oliva

 



Cuento galardonado con el primer lugar en los Juegos Florales Nacionales “Tziquinalá, Escuintla” del año 2,000.

 

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