El sapito claustrofóbico

En una calle llena de jacarandas, una mañana de invierno, dos anfibios dialogan sobre el clima, se oía el cantar de las aves, se sentía el vientos bajar de la sierra, trayendo aroma de bosque nuboso.

Hablaba la madre sapo a su hijo sapito, mientras se disponía instruirle nuevamente, sobre el arte de la estivación, el cual trata de la habilidad de sobrevivir bajo tierra por períodos largos durante el verano, para luego, emerger con la lluvia durante la época invernal; un conjunto de secretos llevados a la práctica en condiciones extremas.

Notó la madre que su bebe sapito, tenía un gesto descompuesto en su rostro marrón. Así que interrogó a su pequeño al respecto. El sapito respondió con un par de rodeos, hasta que se atrevió a decir:

-Madre, lo he intentado brevemente, como me haz enseñado en los días pasados, pero siento miedo a permanecer bajo tierra.
-¿Cómo? -Interrumpió la madre con una sonrisa de incredulidad. -¿Mi hijo es acaso, claustrofóbico?.
-¿Que es claustrofóbico madre? -Preguntó sapito.
-Es alguien que experimenta miedo a los espacios cerrados, pero eso, es en todo caso imposible, pues los sapos vivimos buena parte de nuestro tiempo enterrados bajo la superficie, de otra manera no sobreviviríamos al calor del verano…
El pequeño meditó por unos segundos, hasta ordenar sus ideas para decir:
-Pero madre, se lo que siento y es temor a los espacios reducidos, lo que no se, es como eso puede ser, ya que según tú, es imposible, aún así, me atemoriza la tierra sobre mi cuerpo…
-Está bien pequeño, ya veremos como llevar eso de tu miedo al encierro.

Fue la madre sapo al psicólogo, con la duda que aquella situación generaba. Éste explicó, que lo que el pequeño sapito padecía, era una alteración de las emociones llamada ansiedad, que a su vez provocaba el miedo a los espacios reducidos. Pidió a la madre, que llevara a sapito, para ejercitar con su ayuda algunas técnicas de manejo emocional. Luego de algunos días, el hijo llegó al consultorio.

Iniciaron pues los ejercicios, para desarrollar la capacidad de concentración, poco a poco, sapito aprendió sobre “Atención plena”, dicho procedimiento, requería centrar la atención completa sobre un objeto en específico, para ubicar su pensamiento de manera absoluta en el mismo y en el presente, distrayéndose de todo lo que le rodeaba, induciendo calma. Con ello conseguiría enfocarse,  evitando que el miedo tomara el control.

El psicólogo explicó a ambos, que es normal sentir miedo y que éste es un mecanismo que nos ayuda a estar conscientes de los riesgos que nos rodean, el secreto está en saber controlarlo y dominar su intensidad, para que no se apodere de nuestra razón. Le enseñó además a manejar el ritmo de su respiración y a generar pensamientos positivos, dando a la mente la habilidad de gestionar las aventuradas cavilaciones que le llevaban fuera de sí.

Luego de un tiempo, sapito estaba de vuelta en las prácticas de estivación, y poco a poco, fue dominando dicha destreza, primero por minutos, luego por horas, hasta llegar a días, semanas y  finalmente estar listo para conseguirlo durante todo el verano, que había llegado ya, con las primeras oleadas de calor.

En el momento justo, con la ayuda de su madre y el psicólogo del pueblo, hicieron un equipo exitoso, que desterró la ansiedad y espantó la claustrofobia. Ese verano, Sapito durmió durante meses, haciendo uso de las técnicas refinadas que su madre le enseñara. Hasta que, sus detectores sísmicos dentro del oído interno, percibieron las primeras gotas de lluvia. Desde entonces, dormía durante el verano y despertaba con las lloviznas de invierno, de la misma manera durante muchos años.


Glin Oliva


Versión audible




Palabras clave: Ansiedad, Claustrofobia, Miedo, Gestión de emociones, Atención plena (Mindfulness).








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