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El sapito claustrofóbico

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En una calle llena de jacarandas, una mañana de invierno, dos anfibios dialogan sobre el clima, se oía el cantar de las aves, se sentía el vientos bajar de la sierra, trayendo aroma de bosque nuboso. Hablaba la madre sapo a su hijo sapito, mientras se disponía instruirle nuevamente, sobre el arte de la estivación, el cual trata de la habilidad de sobrevivir bajo tierra por períodos largos durante el verano, para luego, emerger con la lluvia durante la época invernal; un conjunto de secretos llevados a la práctica en condiciones extremas. Notó la madre que su bebe sapito, tenía un gesto descompuesto en su rostro marrón. Así que interrogó a su pequeño al respecto. El sapito respondió con un par de rodeos, hasta que se atrevió a decir: -Madre, lo he intentado brevemente, como me haz enseñado en los días pasados, pero siento miedo a permanecer bajo tierra. -¿Cómo? -Interrumpió la madre con una sonrisa de incredulidad. -¿Mi hijo es acaso, claustrofóbico?. -¿Que es claustrofóbico madre? -Pre

El ronrón suicida

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Un día más es siempre un día menos,  ciegamente caminamos hacia caminos temidos, constantemente jugueteando con la vida y la muerte, despreciando a una y temiendo a las dos, pensó el ronrón, luego sorbió.  -Hubo una vez un ronrón insensato, cuyos hábitos suicidas le arrastraban hacia la tumba de manera prematura. Su corazón  amenizaba como bombo de banda su paso vacilante, mientras él, con su cuerpo adormecido y sus alas atrofiadas luchaba por conservar el equilibrio.  Al prieto ronrón Le gustaba lamer veneno, de a poquito, para morir lentamente, le hacía perder la razón, suficiente para alucinar  pero no para expirar de golpe; su muerte era lenta, un masoquismo  pausado, un habito oscuro que le llevaba a la muerte  en una procesión de culpa e insensatez. Adelantada, una carroza le esperaba aunque su cadencia fuera lenta, en medio de un juego macabro de autodestrucción. Arrastrando sus patas adormecidas, rallando el piso, lento y zigzagueante, su mover, era un arañar quedito, un ruido

Cierto es

Cierto es, que sus doradas estrellas deslumbran a muchos, y que en solemnes ceremonias sus insignias son parte del traje de héroe; Y que sus hijos rezan con orgullo sus méritos, grado y rango; con las mejillas infladas pronuncian con énfasis su importancia y sus virtudes de combate. Cierto es, que ciegamente, muchos le alzan la mano en subalterno  saludo con un respeto de origen desconocido. Cierto es, que los montes avergonzados, sorbieron la sangre de inocentes desarmados, que, las lomas y cerros cubiertos de verdes invernales, tienen semidigeridos en sus prominentes panzas, los huesos de niños, de mujeres y hombres, que en el luto de la noche vieron los fogonazos y escucharon la pólvora gritar ¡¡Muerte, muerte, muerte!!. Cierto es, que Las huellas de botas se han ido borrando y los testimonios, convertidos en literatura aguardan por los ojos lectores, por las mentes sedientas de memorias y verdades, cierto es, que acá, muchos le apuestan al olvido, sin saber que olvidar les co

Un pescado que volvió a ser pez

Tras caer  a las frías aguas obtuvo una segunda oportunidad, mientras nadaba, volteó hacia arriba, frente a sus ojos una ondulante silueta se proponía preparar de nuevo la carnada, se alejaba y se desvanecía el ser que le pescara. Con la boca rasgada por el filo del anzuelo y sabor a sangre, abandonaba con prisa la escena. Se contaba ahora, entre los pocos que habían logrado escapar de un gancho de metal, entre los pocos que tras estar al borde de la asfixia, nadaban con una historia increíble en sus haberes, seguía nadando mientras escuchaba la casi diluida voz del pescador que recitaba: -Aún no ha llegado tu hora. Desde aquel afortunado episodio, se había vuelto más hábil, más ágil, más precavido. Nunca supo la diferencia exacta entre temer y ser precavido, su abuelo decía que el miedo es un gran aliado, que al experimentar el miedo nos fijamos límites y estamos alertas, que ser precavido tiene algo de miedo y algo de audacia, porque nos lleva a dominar la situación y prepararnos

El despertar

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Existió hace ya un tiempo, en un lugar entre sierras y bosques lluviosos, una hermandad oscura, de letras prohibidas, de notas macabras, de recetas para enceguecer, para atontar, para convertir humanos en zombis, de conjuros y pactos obscenamente mórbidos que convertían a los pobladores en poseídos, en carentes de voluntad, en ajenos a la realidad, en lunáticos paranoicos, en iletrados, en temerosos. Érase una banda de brujas, cuyos conjuros hechizaban las arcas del reino, los bosques verdes, las cuevas doradas, los lagos azules, los mercados, los campos y a los habitantes de aquel lugar. Allá, trascurrían los sombríos días uno tras otro, como repitiéndose cada uno de ellos sin mostrar variación alguna, casi podía decirse que no se vivían muchos días, sino que se vivían muchas veces el mismo.  La multitud había caído en un marasmo de desencanto y desinterés por las situaciones colectivas, querían cada cual ver solo el derecho de su nariz, era toda aquella desilusión y apatía, produc

La bola anti bullying

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[Un cuento sobre como lidiar con el acoso escolar] Cuando el más grande de los estudiantes grandes alcanzó sexto grado, habría de ser despojado de su tiranía. El timbre gritó el inicio de la jornada y un tropel de niños inundó los pasillos. Toro pasó frente al grupo de estudiantes que aguardaba a que los salones fueran abiertos. El pasillo estaba lleno de sonrisas, semblantes de resignación, peinados brillantes, bolsones nuevos y bolsones remendados, libros en las manos, zapatos nuevos y zapatos raspados, pantalones grises nuevos y pantalones grises gastados, voces, miradas de amistad y miradas curiosas. Finalmente Toro llegó al inicio de la fila y todos se empujaron en secuencia como piezas alineadas de dominó un espacio hacia atrás, ahora el primero de la cola era  Toro. La maestra alcanzó la puerta a las ocho con dos minutos, saludando y recibiendo una ola de buenosdías en respuesta. Justo después de ver a la maestra entrar al salón de clases, Toro dio un pisotón haci

Core25 el origen... - Bullying

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La nota en la botella

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      La ruptura de la botella la noche anterior, dejaba su plan a merced de la marea. Decidió entonces, hacer de la nota un barco de papel. Con la esperanza parada a su lado, deseaba que el vaivén del océano se llevase su nota y le diese a cambio el camino de regreso a la civilización. Sobre la piedra que eligió como muelle, lo vio perderse de vista entre las aguas, que se mecían con las olas coronadas por burbujas de espuma salada. En soledad, marcaba en las paredes de la cueva, los días que pasaban desde que vio su nota navegar hasta confundirse con los matices del acuático horizonte. Marcelo abrió el sobre que trajo del local del artesano y extrajo la botella de vidrio soplado en donde hábilmente, don Artemio le colocó el curioso barquillo de papel, que encontró entre las redes de sardina al recogerlas de las jaspeadas hebras del mar. En la plegada cubierta de la nave de papel, se mostraba una mancha negruzca, que había hallado tope en el borde de la proa. Se

Miedo

Escupió en el piso porque el paladar le picaba al fumar, levantó su taza de café. Y mientras él tragaba yo escuchaba el recorrido del líquido garganta abajo... -nacemos muertos -dijo-, solo vivimos por lapsos esporádicos, en los que somos dichosos, felices y plenos. En los ratos que simplemente existimos la muerte no puede poner sus garras sobre nosotros, necesitas estar vivo para morir. Y cuando más vivo estas, es cuando la muerte te llega más cerca. Me resultaba entretenido su dialogar y algo de credulidad se resbalaba de entre mis dudas y prestaba atención a sus palabras. Me dijo además que nuestro miedo infundado a la muerte es absurdo y causa solamente dolor a nuestro ser, y que leyó en un libro una frase en la que cree: " Que el sufrimiento nace del mismo miedo a sufrir". Valdría más simplemente ir con la vida y asumir la escena que se nos plantea día a día... Recordé algo que un día mi profesor de Historia nos refirió a manera de refrán: "No quieras